Seguimos trabajando en clase, como ya sabéis, las normas y los hábitos, todo a través de las rutinas, esas rutinas tan importantes para trabajar, no solo en en aula sino también en casa por esa razón os voy a comentar algunas cositas que creo que os vendrán bien.
Hay que tener en cuenta que se empieza a educar y a influir en el niño desde que éste es apenas un bebé. No podemos permitirle "todo" los primeros años de su vida y luego querer reconducir su conducta cuando tenga diez años. Si está acostumbrado a que vayamos detrás arreglando todos sus estropicios, luego será muy dificil cambiar sus hábitos. Si le reímos el hecho de que trate a patadas su "patito de peluche" por ejemplo, puede que con diez años haga lo mismo con un perro o un gato, y quizás con veinte le suelte un revés a una persona...
La mezcla casera de sobreprotección, escasez de normas y desacuerdo a la hora de educar es una bomba de relojería que, tarde o temprano, puede explotar. Hay que tener un ojo puesto en estos factores para prevenir problemas.
En muchas ocasiones, detrás de desajustes escolares o de bajones de rendimiento, no hay ningún déficit intelectual, simplemente se trata de la dificultad extrema de encajar el día a día de una escuela en el día a día de un hogar. La asistencia al cole en buenas condiciones, con la ropa preparada a tiempo, el material adecuado, descansados, bien desayunados y tranquilos supone, en las primeras etapas de infantil y primer ciclo de Primaria, más de la mitad del éxito o fracaso escolar, no hay muchos más secretos.
Las normas, los límites o pautas, se los llame como se los llame, son necesarios a la hora de organizar las rutinas diarias, y más cuando se intenta educar para la vida a unos niños.
Que existan unas normas no quiere decir que la casa sea una "carcel", ni que éstas tengan que ser inflexibles, ni idénticas en las vacaciones, por ejemplo; pero mientras los hijos están en edad escolar y los mayores trabajan (dentro o fuera de casa), es necesaria una mínima organización para no añadir tensiones a las ya inevitables de la vida cotidiana.
Tener unas normas no tiene nada que ver con ser liberal, radical, bohemio o vegetariano...
Nunca me cansaré de repetir que el establecer unas rutinas ayuda mucho al niño a sentirse tranquilo y confiado; los niños, por lo general, lo que más acusan es la sensación de inseguridad, la imprevisión (cualquier maestro sabe esto a la perfección), y ésta es muy fácilmente evitable si se establecen una serie de pautas diarias, como son: las horas de levantarse, desayunar, el aseo, la ropa diaria, la mochila, las horas de las comidas, los tiempos de recreo y estudio... si cada día se desayuna a una hora o en un sitio distinto ( o, por las prisas, ni se desayuna), si las comidas son un ir y venir de la cocina al salón para ver la tele, etc., es muy dificil formar al niño/a en la adquisición de la suficiente autonomía para que, llegado el día, se ocupe por sí mismo de esos temas tan necesarios.
Hay que tener presente que con ocho o nueve años un niño puede (y debe) tener una autonomía personal bastante grande, pero no llega a ella por arte de magia: se viene labrando desde prácticamente sus primeros gateos.
Un ejemplo: si empieza por recoger su osito, probablemente acabe por recoger su ropa cinco o seis años más tarde. Y con los estudios ocurre lo mismo, si de pequeño comenzó por estudiarse esa pequeña poesía, más adelante podrá memorizar otra poesía más extensa, y de mayor, un montón de folios. Pero hay que empezar por el osito y la pequeña poesía.
Bueno ya sabéis es muy importante lo siguiente:
-Un horario básico: horas de comida, de deberes, aseo, juego, tele...
-Predicar con el ejemplo: es lo más "duro", pero es lo más eficaz. Si los hijos comprueban cómo sus padres actúan con responsabilidad, cómo cumplen con sus obligaciones diarias, es más sencillo que ellos cumplan con las suyas.
-Si hay una norma fijada de antemano ( que no tiene por qué ser rígida siempre), es más fácil ampararse en ella a la hora de exigir un cumplimiento. Es preferible decir que " ahora toca recoger, o leer, porque lo dice el horario, y sabes que lo hemos acordado así", que decir el típico "porque lo digo yo y basta".
-Las normas también están para saltárselas. No hay que ser inflexibles, pero si el incumplimiento pasa de ser " excepcional" a ser "habitual" es mejor desechar esa pauta.
Los temas más conflictivos suelen ser siempre los mismos: las horas de tele, de acostarse, el uso de videojuegos, u ordenador, el baño, la ropa y el colaborar en algunas tareas domésticas. Si "identificas" claramente los momentos "culpables" de mayor tensión y concentras en ellos las normas más claras, habrás ganado una batalla.
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